Soy Aída Sandoval Montaño. Nací en la Ciudad de México y aunque fui niña urbana, sentí atracción por los las plantas y los animales. Me atraen los seres extraños, o más bien, los que son poco frecuentes o no llaman la atención en las calles. Con la oportunidad de estudiar en la universidad pensé que lo mejor sería validar lo que ya era, una bióloga. La vida y sus colores llegaron de manera intermitente a apagar mi insistencia en hablar por los que no pueden, pero el amor que siento por la naturaleza me trajo de vuelta a todos esos lenguajes que dicen mucho sin las palabras. Recientemente estuve en el zoológico de Tuxtla en Chiapas. Los olores y los sonidos del bosque me volaron al Jurásico. Un gruñido escondido en el enramado, el viento que lo acaricia y lo alarga, el olor meloso que se condensa en el sudor de mi cuerpo. Es la emoción del afecto que tengo a esos maravillosos monos saraguatos.